Cuando en 1913 , la compañía de ballet ruso de Serge Diaghilev estrena en París Le Sacre Du Printemps todavía era posible escandalizar al público y el tumulto llegó a ser tal que difícilmente se pudo representar la segunda parte. La coreografía era de Nijinsky y la música de Stravinsky y se ambientaba en una pasado prehistórico y terrible. Casi cien años después la música es una de las más escuchadas y vendidas de toda la música de vanguardia del siglo XX. Y aunque ya no sea posible escandalizar a nadie , conserva ese carácter inquietante , no hay en ella nade de buenos salvajes. La coreografía que he tenido la suerte de encontrar es de Pina Bausch.
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